jueves, 6 de diciembre de 2012

La última, última picadura

-¡Crece, joder! ¡Crece de una vez!- y salió de la habitación con un portazo.

La cantante, ojerosa, se retorció en el suelo, aún más sola, escuchándose esa voz tan rota, que había fascinado al mundo entero, en un sordo llanto. Aún tirada en una esquina, con la ropa cayéndosele del cuerpo, se sentía encima de un escenario, con su tronante voz llenándolo todo, callándolos a todos; se sentía soltar la rabia ajando la garganta, escupir los años perdidos en unas letras inconsistentes con ella misma, a un ritmo lento, más lento de lo que su cuerpo y su vida se deterioraba. Jamás, jamás se bajó del escenario. Las abejas lo impidieron. Y, tras una última picadura, se pudrió en esa esquina, como una niña vieja de veintisiete años.
Sin embargo, hoy, su voz todavía sigue sonando. Y, algunos, empezamos a fantasear.

http://www.youtube.com/watch?v=C3Fzql-3_zM

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