miércoles, 29 de junio de 2011

Metamorfosis de un olvido

Silencio, un silencio extraño. Pobres flores las que todavía sostiene en sus manos. Silencio, se oye una vez más. En su habitación él se apodera de su camino y sin importar como es, la lleva hacia lo desconocido como la primera, la última o la mortal. Sus esperanzas son huellas en la pared. Se dirige lejos, hacia su luna; le hace olvidar su melodía macabra. Mientras, fuera, abajo en las calles, él les mira y les odia por su amor, no tienen necesidad de tener joya alguna dentro de sus más pérfidos sueños. Fuera no existe la necesidad de preguntar quién se llevó aquellas maravillosas riquezas y huyó por el holgado pasillo. Todo se reduce a equitación sobre la luna mientras que en sueño de otros con su llave; él, el que se asemeja al sol con forma humana, se abre paso en sus cuartos.

martes, 14 de junio de 2011

Frágiles.

Sencillamente dejaría que mis manos callaran para siempre, para evitar que se rompiesen más al darse cuenta de que nadie las escucha.

domingo, 12 de junio de 2011

Prótesis

Llegó a su habitación, con el cuello mojado y los zapatos secos, y mientras se quitaba estos los débiles párpados volvieron a temblar. Veía esa figura, blanquecina, definida por las desirias de su mente, y por lo tanto tan turbias y difusas. Esa silueta que imaginaba tantas veces, cercana por nada, cercan porque no existía. Caminó a través de la habitación, parpadeando para no perder esa visión, para no caer en la desesperación tan absoluta que estrangulaba sus venas y le anudaba el intestino; para no desfallecer inútilmente y desplomarse en el vacío de ese abismo imaginario en su cabeza. La observaba, torpe, viendo más la figura que la realidad, desvistiéndose, moribundo de espíritu, y desalojando sus oídos de los sonidos del mundo. Desaució a los colores y a las formas verdaderas de sus ojos y cayó sobre su lecho, apretando con los dedos, los brazos y las piernas aquella sábana; abrazando aquella figura intangible. Sintió el roce de su piel con lo inmaterial de la blancura pura perteneciente a ese imposible que lo era todo. Se aferró a esos brazos ampotados de sus sueños que nunca podrían agarrarlo. Se sostuvo quieto, tumbado, pendiente de el hilo más fino, de su propia vida, consolado en el pecho de esa vaporosidad vacía que jamás podría existir.

domingo, 5 de junio de 2011

Verduzco monocromo.

Y yo ya no lo sé, si lo que quiero es abrazarte o lo que ansío es que me abraces. No sabría ser un protector y sin embargo eres tan frágil. ¿Qué pasaría si los dos nos romiéramos a un mismo contratiempo en un compás mal colocado? ¿Quién perderá el equilibrio antes? No sabría qué decir, si esto es amor o simplemente miedo a no ser amado. Tantas veces hemos despertado por la noche, uno tirado al lado del otro, recordando las horas antes susurrando, "te quiero". ¿Quién creería estas mentiras? Tú no, y yo tampoco. Pero en ese mágico instante en que escuchamos las palabras, ¡las creemos! ¡Nos obligamos a creerlas para así poder vivir! Porque tú no me quieres, y yo no te quiero. No somos sino simples apoyos dulces, cariñosos. ¿Es esto así? Dime, ¿lo es? Cuando las uñas rasgaron mi carne brotó sangre, pero yo no pude verla; sí vi cómo escapaba esa evanescencia verde, esa podredumbre maloliente quemando y deshaciendo toda la habitación. No sé que quiero, ¿abrazarte, que me abraces? Me gustaría volver a los susurros, regresar a ellos y no llegar a la mañana, quedarme ahí, ahí, ahí, simplemente susurrando y susurrando hasta quedarme sin voz. Me gustaría volver a ese abrazo simple, cálido, sin preguntarme qué significa, si es falso o verdadero.

Nota: Este texto resulta incluso demasiado lírico para mí, sólo experimentaba y no sé cómo habrá salido. Jolín, cómo gústanme las tildes. Siempre me han sudado fácilmente las manos.