martes, 28 de septiembre de 2010

Malversación Cerrada

Pasó la mano por la cara interna de su muslo derecho, buscando aquella entrada al infierno. Respiraba fuertemente sobre su nuca, mientras ella dibujaba una sonrisa amarga en el rostro y se mordía el dorso de la mano con cinismo y arrogancia. Apartó su pómulo de un manotazo, y él lo interpretó a juego; ella, hizo como si en realidad fuese así. La seriedad volvió al rostro del ingenuo, y con su mano izquierda trató de tocarla, de alcanzarla, siendo terriblemente consciente de que otra vez se estaba alejando. Aquellos ojos volvían a ser distantes, temblorosos y nerviosos. Él vio cómo su mirada trazaba un recorrido de dolor y se torcía hasta convertirse en la velocidad furiosa del odio. Aquel odio corrosivo que le carcomía se volvía de nuevo visible. Las manos del ahora no tan seguro chico se apartaron rápidamente para contraerse en dos cerrados puños y poder echar a correr de aquel monstruo en el que no podía evitar que ella se transformase. Sintió su aliento en la nuca, un aliento peligroso, como el de un lobo que ha saltado ya sobre su víctima. Estaba atrapado inevitablemente entre la pared y el cuerpo que había deseado; dos respiraciones: agitada, tranquila; sus brazos se apoyaron lentamente alrededor del cuerpo del chico y sus labios comenzaron a rozar su piel. Sin embargo, aquel tacto de alas de mariposa iba dejando horribles heridas tras su paso, destrozando el epitelio del joven mientras lloraba de puro miedo. Los ojos de ella brillaban, como si un placer inmenso llenase cada partícula de su ser con solo admirar la situación. Sus antebrazos atraparon el otro cuerpo por el abdomen, y friccionó su sexo desnudo contra la tela vaquera, la respiración de él se agitó aún más cuando observó la de ella acelerarse, contraída y retorcida, mientras buscaba su propio placer contra un rudo objeto que era incapaz de comprenderla, contra el objeto en el que se había convertido quien se había acercado demasiado al fuego. Lo apretó contra sí, haciendo que dicho objeto jadeara, gimiera. Él se excitó, pero sabía que no podía mostrárselo abiertamente porque podría morir. No podía interrumpirla. Ella era demasiado críptica, demasiado severa. Sus lágrimas de terror resbalaron y chocaron contra las manos que ahora desabrochaban presurosas los vaqueros, casi destrozando el tejido. Él supo que si hiciera el gesto de tratar de ayudarla, eso le molestaría a ella aún más y le haría daño. Decidió quedarse quieto, frente apoyada sobre la pared, manos temerosas y lascivas acariciando la superficie de la pared negra. Cerró los párpados con fuerza cuando sintió el golpe final de la apertura y sintió el rozar violento, devastador. Un cuerpo extraño, ajeno y real que se introducía, se colaba en sus entrañas, desgarrándolo todo. Él la miró contonearse con horror, miedo e impotencia. Cruel dolor y exquisita lujuria del placer. Ahora el aire que escapaba de los labios de la mujer cobraba sonido, una mezcla de placer, alivio, quizás descarga. La atmósfera tornose tranquila, casi armónica y perfecta hasta que ella, tras alcanzar el clímax se echó a llorar, convulsionando sobre el pecho de él. No supo qué debería haber hecho realmente, no entendió qué hizo mal. Lo que ocurrió fue que un abrazo mutuo fue formado, atrapado el tembloroso cuerpo entre las extremidades de ella y las de él. Pero ella volvió a enfriarse, regresó a su estadio oscuro y hostil. Y él supo que de nuevo la había perdido. Que de nuevo iba a volver la bestia. Estuvo dispuesto una vez más. Las afiladas armas de queratina rasgaron piel y carne pero ya no volvió a ver aquella chispa de vida que había en sus ojos. No. Su mente ya estaba muy lejos de allí y él lo sabía. ¿Volvería esta vez? ¿Regresaría y todo volvería ser como antes hasta que el ciclo volviese a este mismo punto? Un uróboros de desgaste, dolor, perdón, efímera alegría, desgaste, dolor, perdón...

Pero las cosas no son eternas, y mucho menos cuando se trata de las personas. Se cansaría de él. Ya no habría nada más. Por el momento, su cuerpo sigue descansado dormido sobre el pecho de él, acariciándolo en sueños. Por el momento él continúa pasando sus dedos entre su pelo, intentando pensar y sin pensar en nada. Por el momento todo sigue en esta posición, y nadie sabe qué movimiento querrá el azar de su mente realizar cuando despierte.

Después de todo, ¿quién sabe lo que se oculta tras esa mirada de niebla?


Una creación conjunta de
Grim Sade y Mr. Chuvs


martes, 21 de septiembre de 2010

El verdadero sabor del helado de fresa

Mientras sus ojos se perdían entre las líneas de los adoquines de la calle, una sonrisa pícara y maliciosamente inocente se formó en su rostro, dejando al descubierto que, en efecto, escondía un gran secreto. Yo también reí; al contrario que ella, con sonido, aunque fuese débil y corto. La volví a mirar, aunque, como esperaba de antemano, sus ojos seguían entretenidos en un laberinto inexistente sobre los baldosines de hormigón. La expresión de mi rostro cambió. Cierto, sabía que ella escondía un secreto; cierto, ella siempre lo negaba; cierto, ella siempre daba a entender que me estaba mintiendo; cierto, partes de ella debatían por desear abrirse y por odiarme por conocer.

No pude evitar aquel abrazo, y tampoco contener la única lágrima que sequé disimuladamente por dentro del lagrimal. Como supuse, ella no me devolvió el abrazo. Sentí caer por un precipicio gigantesco por el cual me había tirado sin razón. Saboreé el helado de lo absurdo y del cielo vi caer hielos de colores con sus ojos amarillos.

Buscar siempre algo no correspondido, sin importar el qué sea. Empeñarse en abrazar la piedra que cae al vacío. Pedir perdón al barro cuando este te ha insultado. Morder los trozos de cristal de la amargura. Llámalo como quieras.


Entonces disolví ese abrazo inútil, por la única razón de que era inútil porque yo pensaba que lo era. Decidí continuar la marcha, y ninguno de los dos dijo nada durante el resto de camino hasta la encina. Al llegar, ella se giró y me miró. No pude creer lo que vi. Una sonrisa de verdad; una persona diferente; la que era ella en realidad. Rió sinceramente por la que entonces fue la primera vez que vi, e inmediatamente después pregunto con voz diferente a la de siempre: "¿Qué? ¿Estaba rico?"

domingo, 12 de septiembre de 2010

Espejo

"Tan sólo fueron unos instantes, pero a mí me dio la sensación de haberme contemplado durante horas.

Examiné aquel rostro.

Aquel rostro bello.

Observé cómo mi pulso se aceleraba, delatándolo una vena de mi cuello.

Enredé las manos en mi pelo, las mantuve ahí, notando cada temblor neuronal de mi retorcido cerebro entre ese contraste de frío y calor que da el cabello de una mujer.

El brillo de aquellos ojos anegados en niebla aumentó.

La saliva bajó por la garganta cual enzarzado de espino.

Las lágrimas resbalaron, indiferentes y estropearon la pintura.

No aparté los ojos del espejo, ni siquiera en el momento en el que fui consciente de que no sabía quién era."

Grim Sade

sábado, 11 de septiembre de 2010

La niña que caía por las escaleras

Desde esa primera vez, nada cambió. Sucumbió sólo una vez, una única vez. Toda una vida dedicada a hacer frente a sus tentaciones, suplicándose a sí misma no llevar a cabo lo que su imaginación incubaba para ella. Esa fue la primera vez que cayó, la última, y la que ahora mismo sigue repitiéndose.

Sus pies descalzos sobre el mármol. Estaba frío, muy frío. Los brazos caían yertos a sus costados, balanceándose levemente. Sus labios, separados, dejando escapar y entrar el aire. Su pelo caía entre los dedos de sus manos y aterrizaba suavemente a ambos lados de sus pies. Un suspiro con cadencia rota, desentonante. Los ojos muertos, clavados torcidos en la pared de enfrente.

Su cuerpo aún no había caído, pero su mente hacía rato que se había roto. Los huesos de sus sentimientos, de su pensamiento, de sus ideas... todos estaban totalmente rotos. Había sido vencida por sí misma hacía escasos segundos.

Había leído en alguna parte que la única forma, la única oportunidad de deshacerte de tus tentaciones, era precisamente caer en ellas. Bien sabía que era cierto, y por eso jamás se dejó llevar por ellas, ni una sola vez. Era fuerte, era consciente de ello. Ella había sido siempre su propia fortaleza, ella misma era el escudo que la protegía del propio daño que ella quería causarse. Como una armadura deteriorada. Ella siempre había tratado de evitar aquel momento, pero ya era incapaz de pensar nada. Había terminado.

Sus pupilas se dilataron repentinamente y, acto seguido, se redujeron hasta casi desaparecer. Y ahí fue cuando perdió el equilibrio. Cuando los huesos triturados de su mente, ya incapaz de decidir, dejaron de sostenerse.Cuando su pequeño y fragilísimo cuerpo se dejó caer por las escaleras.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Me apetece... y lo hago ¿no?

Hola, personas, individuos, entes y seres inertes que leéis esta escuchimizada página literaria de este desconocido personajo perdido del mundo :3 Lo primero que haré, seré agradeceros el que visitéis esta página espontáneamente o alguna que otra vez. Lo segundo, aclarar, aunque sin necesidad, que, tras mucho tiempo pensando si dirigirme personalmente y directamente, y no através de escritos literarios, al que lee este blog, he decidido hacerlo (como habréis comprobado).

Me apetecía contar alguna tontería, nada, un capricho que me ha apetecido concederme. Es verano; peor, final del verano. Tiempo en el que el tiempo es como si no existiese. Cada día es infinito y, el conjunto entero, ha sido increíblemente corto. Muchísimos proyectos y casi todos por cumplir. Aún tengo que salir a mojarme bajo la lluvia; aún tengo que bañarme en una piscina por la noche; aún tengo que quedar noches enteras sin dormir, ya sea para pasear por un tejado o para hablar y reír continuamente. Muchas cosas.

Hoy, por ejemplo, he faltado a dos planes. Tenía que acompañar a una amiga a que le clavasen un doloroso alfiler en el cartílago de la oreja, para tener un nuevo agujero donde colocarse nuevos complementos. No he ido. Por la tarde iba a ver a una amiga con la cual tengo que hablar de múltiples cosas interesantes y debatir sobre (pitidos que no te dejan escuchar qué). Nisiquiera tenemos ar y hora ni forma de contactar. ¿Veis? Incluso me hace gracia.

Sé que no cuenta nada interesante, pero ¿qué más me da? Me apetecía escribir algo feo, algo que no me saliese sólo y no entendiese por qué, como todo lo que escribo, sino algo que me saliese sólo y entendiese, aunque fuese algo estúpido y aburrido.

Bueno, me parece que finalizaré esta entrada aquí. Creo que estos días me dedicaré a intentar interpretar unas preciosas canciones que he impreso. Qué osadía la mía, pretender llegar a la altura del mismísimo Yann Tiersen xDD

Lo dicho, me marcho. Espero que no os haya desagradado demasiado la entrada estúpida. Os dejo un par de canciones que me gustan mucho (y espero que a vosotros) para compensar :3 ¡¡Adioses de bollicao!! (pero del antiguo, que molaba más ;3) ^^

Susan Enan - Bring on the wonder
Patty Griffin - Rain
Ludovico Einaudi - Nuvole Bianche

P.D.: Agradecer a mis amigos y seguidores del blog (no diré qué). En especial a Eri y Grim, dos colaboradoras estupendas y geniales, que hacen que este blog vaya a mejor (consiguen más visitas que yo en mi propio blog ^^"). También un agradecimiento especial (si se llega a leer :3) a Laura y a Blanca.

¡Un abrazo a todos!

Chuvs W. B. Kaworu