lunes, 27 de diciembre de 2010
martes, 21 de diciembre de 2010
Tocando el sol
domingo, 31 de octubre de 2010
El Verdadero Sinsabor del Helado de Fresa
"Le miré. Y sabía que él sabía que yo sabía lo que él sabía. Le sonreí con picaresca mientras el temor me atenazaba por dentro. Me había descubierto, aunque yo lo negara mil veces. Tal vez no supiera lo que yo escondía, pero ya había averiguado que yo ocultaba algo.
Caminamos por la llanura adoquinada, y perdí mi mirada gris entre las líneas de baldosas, siendo perfectamente consciente de que él me estaba mirando. Me sentí súbitamente desprotegida, súbitamente desconcertada y perdida.
Me abrazó, y yo, inútilmente, no pude cerrar los brazos en torno suyo. Rígida, como una tabla, me mostré desconcertada ante ese gesto, una muestra de una emoción que yo no entendía. ¿Debía sentir algo? ¿Qué era lo que me estaba perdiendo? Sospechaba que tras aquel acto se escondía un sentimiento muy profundo, pero no lo supe identificar. No conseguí entender lo que estaba tratando de decirme.
Y por aquello lo odié. Tal vez en otro tiempo habría entendido aquel gesto. Tal vez en otro tiempo habría podido levantar los brazos y haberle estrechado de la misma manera que él me estrechaba a mí. Sentí que yo podría haber sido capaz de manifestar un amor de tal magnitud como el que trataba de mostrarme en aquel momento.
Noté el frío, noté aquel viento gélido que se apoderaba de mi mente y mi corazón. El sabor de aquel helado era absurdo.
Buscar siempre algo no correspondido, sin importar el qué sea. Empeñarse en abrazar la piedra que cae al vacío. Pedir perdón al barro cuando este te ha insultado. Morder los trozos de cristal de la amargura. Llámalo como quieras.
Él dejó caer los brazos, lánguido, decepcionado. Noté su sufrimiento y su desilusión, su frustración al comprobar que no había conseguido nada. Y entonces, aquel perdido espectro infantil tomó posesión del inanimado rostro y al llegar a la encina, me volví y le mostré la mejor de mis sonrisas. La más pura, la más bella, la más sincera que me quedaba.
Reí como una niña con su sorpresa, ante aquel asombro que me gustaba tanto. Y no pude evitar preguntárselo a medida que yo comenzaba a desaparecer.
¿Qué? ¿Estaba rico?"
Grim Sade
Para tí, Chuvs. Un año, nada menos. 31/10/10
lunes, 18 de octubre de 2010
Sus dibujos.
El agua borró la tinta de la vida que marcaron sus dibujos. Un río de colores es todo lo que queda de elle. Ahora no recuerda ya nada, y es una cabeza vacía que mira sentada todo lo que le rodea en su silla de mimbre, que mira y que no ve nada. Su vida sigue su curso lejos de él, lejos de los dibujos que sostenían su alma.
Patti Griffin - Rain
martes, 28 de septiembre de 2010
Malversación Cerrada
Pero las cosas no son eternas, y mucho menos cuando se trata de las personas. Se cansaría de él. Ya no habría nada más. Por el momento, su cuerpo sigue descansado dormido sobre el pecho de él, acariciándolo en sueños. Por el momento él continúa pasando sus dedos entre su pelo, intentando pensar y sin pensar en nada. Por el momento todo sigue en esta posición, y nadie sabe qué movimiento querrá el azar de su mente realizar cuando despierte.
Después de todo, ¿quién sabe lo que se oculta tras esa mirada de niebla?
Una creación conjunta de Grim Sade y Mr. Chuvs
martes, 21 de septiembre de 2010
El verdadero sabor del helado de fresa
No pude evitar aquel abrazo, y tampoco contener la única lágrima que sequé disimuladamente por dentro del lagrimal. Como supuse, ella no me devolvió el abrazo. Sentí caer por un precipicio gigantesco por el cual me había tirado sin razón. Saboreé el helado de lo absurdo y del cielo vi caer hielos de colores con sus ojos amarillos.
Buscar siempre algo no correspondido, sin importar el qué sea. Empeñarse en abrazar la piedra que cae al vacío. Pedir perdón al barro cuando este te ha insultado. Morder los trozos de cristal de la amargura. Llámalo como quieras.
Entonces disolví ese abrazo inútil, por la única razón de que era inútil porque yo pensaba que lo era. Decidí continuar la marcha, y ninguno de los dos dijo nada durante el resto de camino hasta la encina. Al llegar, ella se giró y me miró. No pude creer lo que vi. Una sonrisa de verdad; una persona diferente; la que era ella en realidad. Rió sinceramente por la que entonces fue la primera vez que vi, e inmediatamente después pregunto con voz diferente a la de siempre: "¿Qué? ¿Estaba rico?"
domingo, 12 de septiembre de 2010
Espejo
"Tan sólo fueron unos instantes, pero a mí me dio la sensación de haberme contemplado durante horas.
Examiné aquel rostro.
Aquel rostro bello.
Observé cómo mi pulso se aceleraba, delatándolo una vena de mi cuello.
Enredé las manos en mi pelo, las mantuve ahí, notando cada temblor neuronal de mi retorcido cerebro entre ese contraste de frío y calor que da el cabello de una mujer.
El brillo de aquellos ojos anegados en niebla aumentó.
La saliva bajó por la garganta cual enzarzado de espino.
Las lágrimas resbalaron, indiferentes y estropearon la pintura.
No aparté los ojos del espejo, ni siquiera en el momento en el que fui consciente de que no sabía quién era."
Grim Sade
sábado, 11 de septiembre de 2010
La niña que caía por las escaleras
Sus pies descalzos sobre el mármol. Estaba frío, muy frío. Los brazos caían yertos a sus costados, balanceándose levemente. Sus labios, separados, dejando escapar y entrar el aire. Su pelo caía entre los dedos de sus manos y aterrizaba suavemente a ambos lados de sus pies. Un suspiro con cadencia rota, desentonante. Los ojos muertos, clavados torcidos en la pared de enfrente.
Su cuerpo aún no había caído, pero su mente hacía rato que se había roto. Los huesos de sus sentimientos, de su pensamiento, de sus ideas... todos estaban totalmente rotos. Había sido vencida por sí misma hacía escasos segundos.
Había leído en alguna parte que la única forma, la única oportunidad de deshacerte de tus tentaciones, era precisamente caer en ellas. Bien sabía que era cierto, y por eso jamás se dejó llevar por ellas, ni una sola vez. Era fuerte, era consciente de ello. Ella había sido siempre su propia fortaleza, ella misma era el escudo que la protegía del propio daño que ella quería causarse. Como una armadura deteriorada. Ella siempre había tratado de evitar aquel momento, pero ya era incapaz de pensar nada. Había terminado.
Sus pupilas se dilataron repentinamente y, acto seguido, se redujeron hasta casi desaparecer. Y ahí fue cuando perdió el equilibrio. Cuando los huesos triturados de su mente, ya incapaz de decidir, dejaron de sostenerse.Cuando su pequeño y fragilísimo cuerpo se dejó caer por las escaleras.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Me apetece... y lo hago ¿no?
Me apetecía contar alguna tontería, nada, un capricho que me ha apetecido concederme. Es verano; peor, final del verano. Tiempo en el que el tiempo es como si no existiese. Cada día es infinito y, el conjunto entero, ha sido increíblemente corto. Muchísimos proyectos y casi todos por cumplir. Aún tengo que salir a mojarme bajo la lluvia; aún tengo que bañarme en una piscina por la noche; aún tengo que quedar noches enteras sin dormir, ya sea para pasear por un tejado o para hablar y reír continuamente. Muchas cosas.
Hoy, por ejemplo, he faltado a dos planes. Tenía que acompañar a una amiga a que le clavasen un doloroso alfiler en el cartílago de la oreja, para tener un nuevo agujero donde colocarse nuevos complementos. No he ido. Por la tarde iba a ver a una amiga con la cual tengo que hablar de múltiples cosas interesantes y debatir sobre (pitidos que no te dejan escuchar qué). Nisiquiera tenemos ar y hora ni forma de contactar. ¿Veis? Incluso me hace gracia.
Sé que no cuenta nada interesante, pero ¿qué más me da? Me apetecía escribir algo feo, algo que no me saliese sólo y no entendiese por qué, como todo lo que escribo, sino algo que me saliese sólo y entendiese, aunque fuese algo estúpido y aburrido.
Bueno, me parece que finalizaré esta entrada aquí. Creo que estos días me dedicaré a intentar interpretar unas preciosas canciones que he impreso. Qué osadía la mía, pretender llegar a la altura del mismísimo Yann Tiersen xDD
Lo dicho, me marcho. Espero que no os haya desagradado demasiado la entrada estúpida. Os dejo un par de canciones que me gustan mucho (y espero que a vosotros) para compensar :3 ¡¡Adioses de bollicao!! (pero del antiguo, que molaba más ;3) ^^
Susan Enan - Bring on the wonder
Patty Griffin - Rain
Ludovico Einaudi - Nuvole Bianche
P.D.: Agradecer a mis amigos y seguidores del blog (no diré qué). En especial a Eri y Grim, dos colaboradoras estupendas y geniales, que hacen que este blog vaya a mejor (consiguen más visitas que yo en mi propio blog ^^"). También un agradecimiento especial (si se llega a leer :3) a Laura y a Blanca.
¡Un abrazo a todos!
Chuvs W. B. Kaworu
lunes, 23 de agosto de 2010
Taburete de sal
jueves, 19 de agosto de 2010
Plata sobre barro.
Estrella de mar
viernes, 30 de julio de 2010
Su final
Su sonrisa y su mirada perturbada me pedían a gritos una alabanza, un halago, un "sí, lo has hecho bien, me descubro ante ti".
—¡Venga, dilo! ¡Digno de la literatura más exquisita y selecta!
Y soltó una carcajada digna de su actual descomposición mental, propia de quien ha visto rotos los esquemas de su vida y se vuelve loco. Entonces separé los labios y dejé escapar la verdad, lo que realmente sentía y pensaba de aquella situación. Con la voz ajada por el daño de ver al que fue un buen amigo, un fiel y querido compañero, herido en el alma hasta haberse desintegrado su cordura, pronuncié las siguientes palabras:
- ... sí, tienes razón. Sería digno de aparecer en un libro, de los más trágicos libros de la historia… Pero todo libro necesita un público y, lo siento, jamás nadie entendería el porqué de este final absurdo, y tu final no sería leído por nadie.
Tras ver cómo su enloquecida sonrisa se borraba de su rostro, escuchando la verdad de su fracaso, comprendiéndolo, me di la vuelta. Ahora él era consciente de que sus locuras no serían entendidas por nadie, que nadie llegaría a llorar su historia, que nunca nadie engrandecería su vida. Pero yo sabía que no cambiaría el final elegido. Había transformado su vida en una obra literaria para él mismo, y ese era el fin que había decidido darle.
No me volví, pero pude escuchar y saber precisamente lo que hacía. Escuché sus pasos; escuché el roce entre sus ropas y su piel; escuché los arañazos; y, finalmente, escuché el silbido de su cuerpo cortando el aire, seguido de los golpes y crujidos de sus huesos.
Su final lo había elegido él. Y, llorando, yo era el único que comprendería su locura, el único de leer aquel libro imaginario que él creía ser.
martes, 27 de julio de 2010
White Black
jueves, 22 de julio de 2010
Uno solo
En ese momento, todo el lago helado comenzó a quebrarse, por todas partes. Miré por última vez mi cuerpo, cayendo entre las plataformas de hielo y siendo sepultado en su tumba de agua congelada. Ascendí, y me desvanecí…
Entonces abrí los ojos y me levanté precipitadamente. Estaba ahí, en mi casa, en mi cama de siempre, pero algo era diferente. Yo y sólo Yo estaba en esa habitación. Sonreí. Ya era hora de que el segundón pudiese estar solo y obrar por su cuenta.
domingo, 18 de julio de 2010
Sólo es vida
miércoles, 14 de julio de 2010
Juntos
A medida que era devorado se iba preguntado distintos aspectos sobre los hechos acontecidos. Sobre si realmente alguna vez había hecho algo útil y sobre qué impedía que la madera podrida de los bancos de su alrededor astillara sus muñecas.Se preguntaba si realmente se había equivocado, si todo lo que había hecho, creyendo hacerlo para bien, lo había hecho mal; si el aliviante que pretendía ser se hubía transformado en una dura lanza mellada que la clavaba con saña, creyendo calmar heridas, y aquello era su castigo.
Comenzó a ver sombras luminosas brotando de lo que él conseguía reconocer como su propio pecho. Aquellos seres deíficos y puros retenidos en lo más profundo de su alma comenzaron a retroceder, modificando así la salida del cuerpo y en su lugar realizando un rápido aproximamiento hacia él, acercando sus estilizadas manos hacia su rostro, rodeando su cuerpo y susurrando palabras solo entendibles por su alma. Sus pensamientos viajaron hacia ella. Quería levantarse y correr, aún estaría viva.
Abrió los ojos, elevando sus finos párpados, y elevó la mirada azul. Nieve. Sólo nieve. Todo lo que era capaz de ver estaba blanco. El pánico se apoderó de él en una explosión de aullidos y gritos infernales. El parque se tornaba oscuro, tétrico y sin vida. No debía estar así. No, faltaba algo. Allí donde sólo podía ver copos cayendo y aire tenía que haber algo más, y esa falta le aterraba. No recordaba dónde vió por última vez el colgante. Sus extremidades eran lentas y frenaban a su mente, pero aún así, estiró su brazo y metió la mano en el bolsillo de su pantalon.
Esperaba encontrarlo allí o, en su defecto, descubrir que el bolsillo estaba vacío. Lo que no esperaba era encontrarse otra cosa. No esperaba encontrar aquella media luna curvada de metal. Era increíblemente hermosa...pero el rubí de su mitad, provocaba algo así como un mal augurio dentro de él. Sus finos dedos tocaron la helada superficie. Casi parecía hielo. Recorrió toda su estructura, desde sus dos puntas hasta que sus yemas acabaron justo a los lados del rubí, como queriendo arrancarlo. El pánico que había sentido instantes antes prácticamente había desaparecido. Quizás algo tan hermoso no tendría por qué causarle problemas, no más de los que había tenido...Se preguntó sobre su procedencia y comenzó a recordar y repasar todos los sitios posibles en los cuales hubiese podido acabar, por error o no, en su bolsillo. Ninguna explicación lógica vino a su cabeza. Aquel objeto había aparecido en su bolsillo en sustitución del colgante que buscaba. No era capaz de entenderlo. ¿Realmente creía en las materializaciones desde otros planos? Bueno, puede que algo tan disparatado no fuese como tal. Al fin y al cabo, ahí estaba. Los hechos nunca mienten.
Sus manos seguían en la misma posición, rodeando con los dedos la piedra roja. Se veía reflejado en ella, casi como si estuviese dentro, en llamas. Su pulgar pasó por su lisa superficie y la apretó con la uña.
El suelo comenzó a temblar, intentando expulsarle de su propia superficie. Los árboles, ya secos se hundieron en el suelo...ahora la oscuridad estaba iluminada por diversas luces rojas procedentes de los ojos de los seres infernales que él mismo había despertado. Ellos. Sí, al fin habían venido. Sus cristalinos ojos se abrieron más que nunca y sus pupilas se contrajeron hasta alcanzar el diámetro de un alfiler. Su corazón comenzó a latir fuertemente, librándose de las negras ataduras del dolor. Parecía que buscaba una salida, que quería escapar de aquella oscura y estrecha caja torácica que le llevaría hasta la muerte. El aliento huyó de su boca y la sangre comenzó a hervir en sus mejillas. El pelo le impedía ver, así que estiró la mano y se apartó el pelo rápida y bruscamente. Siempre pensó que algún día le causaría problemas. De pronto, el temblor del suelo comenzó a abrir grietas en el suelo blanco de su alrededor. Un grito ahogado se unió al crujir de la tierra y la nieve.
Exhausto, corrió lo más rápido que pudo. Era increíble, parecía morir pero de pronto una fuerza terrible le impulsó a huir de todo aquello. Se sintió sobrehumano, y en medio de todo ese mar de dolor, miedo, pánico e incertidubre se formó una barca llena de fuerza y control, pequeñísima, pero más fuerte que ninguna. Corrió, huyendo de no sabía qué, yendo a no sabía dónde, sintiéndose más rápido que nunca. Aún así, todo era demasiado increíble para ser real: tropezó. Y allí estaba, en medio de un charco de barro. No, no había tiempo. Volvió a levantarse y de nuevo recuperó su valor. Ya no corría, todo estaba como debía estar.
Cerró los ojos y contrajo los músculos de sus brazos y sus piernas. Se quedó quieto, sabiendo, no sabía cómo, que eso era lo que tenía que hacer. El temblor se acercó, se acentuó; el ruido se hizo cada vez más grande, llegando a ser ensordecedor; las grietas llegaron a donde se encontraba, y unos negros láticos se fueron cerniendo en torno a él, adhiriéndose a su piel como pegamento, agarrándose a su ropa como garfios. Se quitó la camiseta en un intento inútil de aplacar las heridas y el dolor que le acosaban pero una vez más ya era tarde, las heridas brotaban en su pecho. La sangre se hacía notar, estaba caliente pero a medida que resbalaba por su cuerpo se iba helando provocándole una sensación extraña...en cierto modo le gustaba. Extendió los brazos, buscando agarrarse a algo, sin haber nada. Los látigos seguían arrancandole la piel cuando trataba de quitárselos, abriéndole heridas, y tratando de engullirlo. Aunque trataba de huír, una sensación le decía que no pasaría nada si no hacía esfuerzo. ¿Qué habría tras las tinieblas entre la tierra?
Bueno, amigos, curioso, ¿no? Supongo que leer esto os habrá resultado algo extraño y puede que confuso. Pues ahora es cuando explico cómo ha surgido esto.
Esto ha surgido de la unión de dos personitas interesantes. Bea, una fantástica minidiosa terrenal, y yo, el blogger :3 La cuestión es que este ejercicio, práctica, cración, la hemos hecho entre los dos, intercalando sus pasajes y mis pasajes. El resultado puede ser algo extraño, pero, a mi parecer, es muy bonito ver cómo una colaboración puede crear algo como esto. Puede que en un futuro lo pulamos y tallemos para conseguir algo precioso y reluciente. Esto es el texto en bruto. Espero que os guste la idea y, por supuesto, el texto.
lunes, 12 de julio de 2010
La aguja de plata
domingo, 4 de julio de 2010
El niño loco.
Desde muy pronto le dieron por un caso perdido. Recuerdo una vez que se empeñó en quedarse quieto, sentado en el pasillo de su casa, mirando fíjamente a la pared blanca que tenía enfrente. Al principio casi ni se fijaron en él. Sus hermanos pasaban por ahí, jugando y berreando, y le miraban riéndose, volviendo enseguida a sus juegos y sus berridos; y sus padres estaban demasiado ocupados. Pasó todo el primer día así, hasta cuando cayó el sol seguía mirando la pared lisa y blanca, sin cambiar la seria expresión de su rostro. Al día siguiente lo encontraron igual, sólo que en su mano tenía un pincel; la pared, una raya morado intenso; y su cara había sido pintada también con una preciosa sonrisa. Intentaron regañarlo por lo que hizo, pero no sirvió de nada. El volvía a la pared, miraba la raya morada, sonreía, y esperaba a que se fuesen. Así fue durante siete días. Hubo rayas moradas, naranjas, azules, rojas, amarillas, verdes y negras.
Cosas así, cosas como estas son las que le habían hecho ganarse una reputación confunsa y extraña desde que nació. Nunca fue un niño normal, y al no serlo, nadie le dio la oportunidad de serlo. Pero, ¿para qué quería él una oportunidad? No la deseaba. En su pequeña cabecita no había lugar para el rencor ni el dolor. ¿Qué importaba que estuviese loco? Siempre tendría cosas que hacer. Siempre tendría experiencias que vivir.
sábado, 3 de julio de 2010
Noche
Los ojos abiertos dejan de ser una estupidez y comientan a captar leves siluetas humeantes a su alrededor.. Siempre comienza así, tras haber esperado previamente un par de horas sentado y mirando sin poder ver.
Las siluetas, blancas y negras, adoptan una forma más definida. Una es un elefante con sombrero de copa; otra, una mujer caminando en la posición del puente; otras cuantas forman huellas de pies, unas detrás de otras...
Ya comienzo a sonreír. Noche tras noche, así había sido durante toda mi vida: desgastar el día, carcomerlo lo más velozmente posible y esperar pacientemente a que el verdadero mundo al que pertenecía llegase hasta mí.
Me pongo de pie, y empiezo a buscarle. Ando por el infinito espacio en el que ahora me encuentro, caminando entre flores aladas, seres llenos de ojos y corazones palpitantes atrapados en paredes invisibles que, sonriendo y saludándome al pasar, cobran cada vez mayor nitidez y realismo. Otra vez se ha escondido. Me molesta que lo haga, pero a la vez revive un sentimiento de aventura, misterio y diversión que adoro. Entonces tengo que buscarlo. En este mundo no son necesarias palabras, nuestros juegos empezaban sin previo aviso: en cuanto él o yo decidíamos empezar un juego, el otro ya sabía que el juego había empezado.
Subo escaleras invisibles; cabalgo sobre una cama voladora llena de brazos; caigo en un lago y nado hasta una burbuja; una mariposa me cede sus alas y vuelo hasta un bosque lleno de árboles de los que nacían los sonidos... Mi preciado mundo monocrómico me brinda aventuras que, día tras día, siguen siendo fascinantes.
Me paro en este bosque. Sé que está aquí. Mi sonrisa no puede ser más grande y verdadera. Empiezo a girar sobre mi propio eje mientras veo nacer el crujido de un hueso de aceituna que se muerde y el piar de una rana sin ojos, mirando todo lo que me rodeaba. Y llegué al lugar al que quería llegar.
Él salió de detrás de esa flor esférica y enorme que daba el fruto del sonido del diecinueve de septiembre. No hacía falta que le dijese que le había encontrado, en el momento en el que uno supiese que había encontrado al otro, este sabría inmediatamente que había sido descubierto.
Estoy enfrente de él, frente al único ser similar a mí que habita este mundo. Su pelo blanco, terminando horizontalmente a la altura del pecho, se balancea hacia un lado, movido por la brisa del suspiro de una madre cabra; inclina la cabeza hacia el otro lado, y su simpática risa se pierde en un eco lejano. Y entonces empieza a acabar.
Los hurones con cuernos se despiden de mí y los agujeros del cielo comienzan a rellenarse. Mientras sus ojos casi cerrados por su sonrisa siguen mirándome, yo observo cómo mi mundo me dice adiós y toda su monocromía se disuelve en torbellinos de un color al que yo llamo "nada". Le miro. No hacen falta palabras. "Hasta mañana". El mundo se comienza a deshacerse, despintando cada pincelada dada anteriormente, guardándose él mismo en su propia caja. Se termina mi mundo por esta noche. Se comienzan a colocar los lienzos del mundo real. Con plantillas y acuarelas de colores se empiezan a preparar los escenarios antes del alba. Todo dio una vuelta y, sin que nada cambiase, ya era de día en un mundo diferente. Hasta otra noche.
jueves, 24 de junio de 2010
Fallo, nieve y algo que se retuerce en el suelo.
Song: Red Hot Chili Peppers - Snow
"... la tentación es demasiado grande, la tentación es demasiado grande, la tentación es demasiado grande, la tentación es demasiado grande..." - se repetía mientras seguía lanzando sus lágrimas a cincuenta metros en el vacío.
Como lord Henry Wotton dijo a Dorian Gray: "La tentación sólo puede desaparecer sucumbiendo a ella."
miércoles, 23 de junio de 2010
Tu otoño.
Entonces vino el suceso que andaba buscando. Fue un impulso, una idea. Me incorporé hasta quedar sentado con las piernas estiradas, saqué mi cartera marrón del bolsillo trasero de mis vaqueros tres tallas más grandes, busqué y encontré lo que quería. Lo dejé sobre la piedra, boca abajo. Miré mi cartera y un nuevo impulso me informó que no la quería para nada más, que no quería verla nunca jamás. Entonces la lancé lo más lejos que pude en dirección al lago, como si quisiese encayarla en la otra orilla. Cayó al agua con un ligero y breve chapoteo, elevando pequeñas gotas cyan. Había sido un buen recipiente, pero su utilidad había acabado ya.
Miré aquel papel rectangular a mi derecha. El dorso había amarilleado en apenas unos meses. Lo cogí por el lateral inferior y lo volteé con un imperceptible gesto del pulgar, el índice y corazón.
Era nuestra foto. Nuestra. Sé que jamás la quisiste, pero siempre pensé que sería nuestra. Sentí que mi cuerpo no me permitía seguir erguido, y volví a tumbarme. Extendí el brazo, observando el rectángulo a contraluz y algunos rayos de sol colándose por la esquina. Metí mi mano izquierda en el bolsillo de su mismo lado y la saqué junto con mi mechero. Alcé entonces la mano izquierda también. Un intento. Otro intentó. A la tercera, la llama se atrevió a visitarme.
Con la mayor lentitud posible acerqué nuestra foto al fuego, que temblaba tímidamente a la brisa. Prendió a los pocos segundos de entrar en contacto llama y fotografía, y bajé el brazo izquierdo, soltando y olvidándome del mechero. Me dediqué entonces únicamente a mirar cómo nuestra foto se deshacía en el aire en cenizas, humo y vacío, hasta el último momento.
Hinalé el humo de nuestra fotografía, envuelto en cama de magnolias y grava. Tu otoño llegó, y tan silenciosamente como llegó, desapareció sin dejar rastro.
martes, 22 de junio de 2010
Caprichos.
Quiero agarrarte, abrazarte, tragarte, mirarte, no soltarte nunca y a la vez no acercarme jamás a ti, sin perder nuestro máximo de alejamiento.
Sólo quiero verte, pero no es lo único que quiero. Deseo tantas cosas... tantas que tienen que ver contigo y tantas que nisiquiera te tienen en cuenta pero en las que estás presente...
Quiero viajar contigo en barco, tirárme contigo por la borda de la mano. Quiero echarle un serio al sol a tu lado. Quiero, quiero y quiero más.
Caprichos, serán sólo caprichos. Pero esos caprichos te requieren.