miércoles, 25 de abril de 2012

Apagón

Como tantas otras noches, me senté en el balcón sobre las cuatro de la mañana para fumar. La luz de la farola del fondo de la calle titilaba. Moría a ratos. Dejaba el lugar sumido en una profunda oscuridad parcial. Miré hacia Madrid. Hacia esas cuatro torres semiencendidas que tanto significaron antaño para mí. E imaginé qué ocurriría si de improviso toda la zona se quedaba sin luz. ¿Realmente gritaría alguien, dormidos, inconscientes como estaban todos? ¿Acaso alguien lo notaría? ¿Algún noctámbulo como yo que dedicase sus horas de sueño a pensar? ¿Y si Madrid entero se quedaba sin luz? ¿Y si yo era testigo de cómo toda luminosidad anaranjada quedaba reducida a la más absoluta y absurda negrura?
Todo reflejo artificial sofocado, toda señal de vida moderna extinguida, todo ideal desconectado. Sonreí. Sería perfecto, sin duda. Sublime.


Soy una roca, soy una isla. Y la roca no siente dolor, y la isla nunca llora.


Grim

martes, 24 de abril de 2012

Cicicinismo: El Verano de 2011

Me pintaba los labios de rojo en aquel cochambroso lavabo, cuando entró LA SEÑORA. Gorda. Hortera. Ruda. Como si hubieran embutido un buey de arado en una combinación de ropa sin el menor gusto, al azar. Sin el menor criterio, como quien lanza un dado de manera urgente y torpe sin preocuparse por su resultado. 
Me dedicó una mirada breve, plana, antes de pasarla por los inodoros, buscando el menos meado, quizás. Yo seguí poniendo morritos en el espejo.
Aquella vaca de pueblo consiguió encontrar un lugar de agrado para deshacerse de su orina, de su mierda, de su vida. Cerró la puerta. Escuché cómo se bajaba las bragas y eché un vistazo en el desagradable horizonte que existía entre el final de la puerta del retrete y el suelo insípido de baldosas blancas sucias, llenas de pis y papel higiénico. Las piernas abiertas, las bragas de encaje barato y vulgar de color rojo. 
Comenzó a mear. Me pregunté cómo tendría el coño. ¿Deslabiado? ¿Oloroso? Seguramente fofo y dilatado, tras haber parido a uno o dos vástagos malcriados pertenecientes a una generación de mierda regida por la superficialidad, el sinsentido y la más pura desestructuración.
Antes de que acabara de orinar, sentí asco hacia esa mujer y hacia mí misma. Supe que no podría volver a mirarla a la cara sin empaparla con mi esputo o sin partirle la boca sin dejar de preguntarle "Por qué". 
Fui demasiado cobarde, demasiado nihilista, demasiado condescendiente. Cerré la barra de labios con un golpe seco y me fui.

Grim

domingo, 22 de abril de 2012

La voz brillante y el pelo revuelto

Pensemos en aquella pobre chica buena, con la garganta llena de talento y sueños que cumplir. Aquella muchacha que enamoró a todos y a ninguno, que se salió de todos los parámetros y se saltó todas las reglas. Aquella cara sonriente que despertaba cada día en una habitación diferente, con otras personas, y con el mismo vaso lleno de bourbon en la mano. Que vivía alocada, salvaje, y libre, en medio de ciudades y caras de poker, olvidando que ella quería encontrar el sentido de la vida, entregada a las mareas y el oleaje que la calle y los escenarios le ofrecían. Recordemos sus cigarros y su humo, sus dientes y sus labios, y su melena de león por la cintura, y esas gafas redondas que no necesitaba. Cómo nos llevaba a todos a las nubes, y nos acogía ahí, donde ella siempre podía estar. Pobre chica perdida, perdida con su don, que todos anhelaban. Sus ojos, que brillaron sin necesidad por lo que parecía real y no lo era, y se apagaron antes de descubrir la realidad que buscaba. Su rostro blanco sin arrugas, más veces iluminados por los focos que por el mismo sol. Hoy he conocido a alguien que murió hace más de cuarenta años. Y me inventado su vida. Porque a eso me dedico, a imaginarme como han sido y serán las cosas, y, por qué no, también a construir la misma actualidad. Me despido. ¡Fuera de aquí, yo! Echa un vistazo.

sábado, 7 de abril de 2012

Nueve metatarsianos sanos.

No estoy para artificios. Simplemente desearía tener un par de oídos a mi lado. Dejar de una vez que mi boca se abriera y vomitara toda esta mierda, reviviendo de nuevo esa acidez ardiente y repugnante. Que doliera. Y ahora vuelvo a preguntarme si soy yo quien os ha matado, o si ya os conocí muertos.

De nuevo aquí estoy, de noche, con el sueño desvelado y temblando. Perdiendo fuerza. Preguntándome si de verdad en ocasiones algunos olvidan que soy persona. Trato de mantener este corazón latiendo y esta cabeza en sus raíles, pero me lo ponéis difícil.

Sabes que añoro sentir el veneno por mis venas.