sábado, 27 de julio de 2013

No somos ni barriles

Tengo ganas de abandonar a alguien. De abandonar a alguien y que llore por ello. La cuestión tiene narices, y un montón de risas enlatadas. ¿Y la gente a la que grabaron para poner sus carcajadas de fondo en esas series de hace un par de décadas? Quizá muchos de ellos estén ya muertos. Vieron la serie y dijeron "mira, esa risa, la que asciende entrecortada y termina en una aspiración, como un respingo: esa es la mía". Y ahora, muertos. Por ejemplo. Igual ni vieron la serie, e igual están viviendo felizmente en un chalet de una zona tranquila cerca del campo. La cuestión es que quiero ver a gente llorar por mí, como un chute para el ego, como para reforzar el autoestima de manera malsana. Despreciar. Porque al final todo lo que satisface es en situación de contraste. Vale, no todo, seamos honestos. Pero seamos honestos en que no somos honestos. Al menos en eso sí. Ver a alguien empezar a temblar, deshacérsele la cara y empezar a moquear de manera incontrolada. Y que no te importe. Cuánta importancia. A veces no me importaría que mi cabeza no solo se centrase únicamente en mí, sino que ignorase por completo la existencia de otras personas. "Yo te tengo en cuenta, tenme tú en cuenta". Pues no. Esto no funciona así. Esto funciona "yo hago lo que me da la gana, y no me voy a molestar en decirte que tú también lo hagas". Como nos cuesta este "tú". Porque nosotros somos todo "yo". Pero yo quiero un , y lo quiero hecho mierda. De todas maneras, es tontería. Nadie va a llorar. Ni siquiera me daré importancia al respecto, aunque sienta que la tengo. Nadie va a llorar.

Porque los depósitos están vacíos.

http://www.youtube.com/watch?v=yRYpd3_roHg

No hay comentarios:

Publicar un comentario