Vuelvo a sentirla... vuelvo a sentir esa aguja de plata clavándose en el lado izquierdo de mi pecho. Sólo por pensar. Pienso y rápidamente vuelve la estrecha aguja para pasar entre mis costillas y lacerar mi corazón. No sé cuántas veces ha alojado este a esta lanza improvisada. Realmente... realmente puede que esta sea la primera vez, y que sea sólo un embriagador y confuso efecto el que produzca en mí la extraña sensación de repetición, la impresión de conocer ya ese clavo sagrado que se introduce punzante en mi pecho.
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